Posiblemente pueda parecer aventurado en tiempos de COVID19 hablar de realizar inversiones en nuestras empresas. Sin embargo, no debemos pasar por alto que las inversiones van de la mano de la estrategia empresarial.
Recordemos que las decisiones de Inversión que se toman en la empresa son todas aquellas encaminadas a generar valor. Generar valor tanto para el accionista como para el resto de los stakeholders. Comprenden un conjunto de acciones que, en linea con la estrategia, desembocan en resultados para la empresa en términos de rentabilidad y solvencia.
Ya sabemos que la Rentabilidad y la Solvencia son dos requisitos para conseguir que las empresas sean sostenibles a largo plazo.
Volviendo a las decisiones de Inversión, es el Director Financiero el que capitaliza este tipo de decisiones. Hablando de manera general, se trata de colocar los recursos escasos de los que disponemos en la empresa, en aquellos activos que arrojen un retorno suficiente y esté alineado con los objetivos de rentabilidad de la empresa.
Tipos de Decisiones de Inversión
Para garantizar los dos requisitos que necesita una empresa para ser sostenible en tiempo, y con ellos, generar el valor que se le exige, podemos diferenciar dos tipos de decisiones de inversión.
Decisiones de Inversión a Largo Plazo
Son aquellas decisiones puramente estratégicas y están orientadas a generar valor a largo plazo para la empresa. Se materializa en inversiones en los siguientes tipos de activos:
- Inversiones en Activos Materiales o Inmateriales. Tales como construcciones, maquinaria, equipos informáticos, software, modelos de utilidad, marcas, etc.
- Inversiones Financieras. La compra de acciones de otras empresas, Obligaciones del Estado, depósitos a largo plazo, etc.. son algunos ejemplos de decisiones financieras.
- Inversiones en otras empresas. Es decir, realizar fusiones o adquisiciones de todo o parte de otras empresas. Entre los objetivos que se persiguen con este tipo de decisiones están generar sinergias a través de incrementar la cuota de marcado o reducir costes fijos, o diversificar riesgos entrando en otros sectores.
Para evaluar este tipo de decisiones de inversión hay una serie de herramientas que son las comúnmente aceptadas. Estas herramientas son el Valor Actual Neto (VAN) y la Tasa Interna de rentabilidad (TIR).
Para aplicar esta metodología y evaluar la idoneidad de realizar una inversión, debemos de realizar la estimación de dos variables a su vez. Por un lado, tenemos que estimar los Flujos de Caja que van a generar la inversión en el futuro. Por otro lado calcular el coste del capital que voy a necesitar para acometer la inversión.
Decisiones de Inversión a Corto Plazo
Aquí hablamos de decisiones más operativas. La decisiones de inversión a corto plazo, o inversiones en circulante, están orientadas a gestionar de la manera más eficientemente posible, estas tres variables:
- Las existencias. Podemos optimizar nuestro almacén aplicando políticas adecuadas. La gestión de aprovisionamientos, almacén, previsiones de ventas, stock mínimo, just in time, etc..
- Las cuentas a cobrar. Es todo aquello relacionado con los clientes, como puede ser los períodos de cobro, límites de crédito, elección de instrumentos financieros específicos, etc.
- El dinero en efectivo. A través de todo lo que tiene que ver con gestión de la tesorería y cash management.
La adecuada gestión de este tipo de decisiones de inversión a corto plazo nos garantizará solvencia. La solvencia es la capacidad de la empresa ante sus compromisos a corto plazo.
Por lo tanto, las decisiones de inversión a largo plazo están más ligadas a los términos de rentabilidad. En cambio, las decisiones a corto plazo están más relacionadas con objetivos de liquidez y solvencia.
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